El ajuste de la economía no tiene barreras. Ciertamente la salud y la higiene personal no escapan a la necesidad de reducir gastos. Un informe elaborado en abril de este año por la distribuidora Día y la consultora Voices! detalló que 8 de cada 10 mujeres percibe que los productos de higiene menstrual son muy caros y la mitad tuvo dificultades económicas para acceder a ellos en el último año. Estas restricciones impactan en la calidad de vida de las argentinas, que se ven obligadas a modificar hábitos y preferencias relativos a la menstruación.
Según la encuesta realizada a 800 mujeres de 15 a 55 años, los productos para la menstruación como las toallas, los tampones, las copitas y los jabones de limpieza íntima representan un costo altísimo para la mayoría de las encuestadas. Sólo el 14% considera que el precio es adecuado, y el 2% cree que son productos baratos o muy baratos. Además, 7 de cada 10 mujeres argentinas afirman estar preocupadas por no poder pagar los artículos.
El costo elevado de esta canasta de productos también impacta en los deseos y preferencias de cómo gestionar el ciclo. El 78% de las mujeres admiten que se sienten limitadas para elegir debido a su presupuesto. En ese sentido, cuando el dinero no alcanza, las encuestadas manifiestan que recurren a marcas más económicas (6 de cada 10 encuestadas) o, incluso, a métodos alternativos (3 de cada 10). En menor proporción, también es mencionado el hecho de que algunas encuestadas utilizan los productos por mayor tiempo del recomendado (2 de cada 10) y productos caseros, como algodón o paños de tela (1 de cada 10).
Las soluciones más atractivas, pero inaccesibles, son la copa menstrual (casi 4 de cada 10 señalan que les gustaría usar este producto, pero no lo hacen por precio o presupuesto); el jabón líquido de limpieza íntima (33% de menciones); las bombachas menstruales (29%) y las toallas higiénicas de tela reutilizables (26%).
“Todos estos datos ponen de relieve el impacto que la situación económica tiene para las mujeres. La falta de acceso a estos productos socava sus derechos; restringe su bienestar, movilidad y participación social, y perpetúa las disparidades existentes entre los géneros”, concluye el análisis de Día y Voices!.